Yo no se ustedes, pero yo me siento profundamente estafado. Estafado por la clase política, por la judicatura, por las entidades económicas, por colectivos como jueces, abogados, notarios. Me siento también intimidado y amedrentado por policías y delincuentes, quienes merman mis libertades y mis derechos más elementales en connivencia con los colectivos mencionados algo más arriba. Me siento estafado por esta falsa democracia que nos la presentan como la panacea universal que puede aliviar nuestros males.
Vean y escuchen al legítimo presidente de Venezuela en este famoso discurso que tantas risas y chascarrillos provocó a los medios de comunicación por su alusión a Bush al que compara con el «diablo». Pero les ruego que lo escuchen atentamente, porque no hace más que decir verdades como puños.
Quizás es que estamos todos demasiado callados. Narcotizados por el «estado del bienestar» en el primer mundo todavía hay pueblos y gentes desde el primero al tercer mundo que carecen de agua corriente, por ejemplo. Nuestro modelo de crecimiento no es sostenible de ninguna de las maneras. El sistema económico capitalista y el actual socialismo que no es más que una secta del capitalismo no es viable se mire por donde se mire.
Yo opino, como Roger Garaudy, que el origen de todos los problemas del mundo actual es el modelo occidental de crecimiento, consistente en producir más y cada vez más aprisa cualquier cosa útil, inútil, nociva o incluso mortal (el armamento, nuclear o no) y en imponer a todos el «consumo» de tales cosas. En Occidente se hace creer que la felicidad y el «desarrollo», sostenible o no, se identifican con el «nivel de vida» y la cantidad de productos consumidos. ¿Qué nombre otorgarle a esta forma de hegemonía mundial de Occidente que, en 1980, gastó 450.000 millones de dólares en armamento, y en e mismo año, con el juego de los intercambios desiguales, causó la muerte de 50 millones de seres humanos en el Tercer Mundo?
Desde una perspectiva de milenios, Occidente es el mayor criminal de la historia.
Hoy, en razón de su exclusiva dominación económica, política y militar, impone al mundo entero su modelo de crecimiento, que conduce a un suicidio planetario, pues engendra crecientes desigualdades, arrebata toda perspectiva a los más desfavorecidos y hace fermentar la revolución de la desesperanza, al tiempo que coloca el equivalente de 5 toneladas de explosivos sobre la cabeza de cada habitante del planeta.
Fuente original propia del 18 de diciembre de 2006 de mi blog -ya inexistente- «Occidente es un accidente». https://web.archive.org/web/20091218182623/http://occidenteesunaccidente.iespana.es/dic_2006.htm