¿Se acelera el tiempo si el Universo se expande más rápido? Una mirada al cosmos, el tiempo y la entropía

Desde hace algunas décadas, los científicos nos han revelado un descubrimiento sorprendente: el Universo no solo se está expandiendo, sino que esta expansión se está acelerando. Es decir, cada vez se alejan más rápido entre sí las galaxias lejanas. Esto fue una verdadera revolución en cosmología, confirmada por observaciones como las supernovas tipo Ia y el fondo cósmico de microondas. Pero hay una pregunta que muchos no se atreven a formular:
¿Si el Universo se expande cada vez más rápido, también el tiempo está acelerándose?
¿Y qué pasa con la entropía, esa medida del desorden universal? ¿También se dispara? En esta entrada vamos a explorar estas preguntas aparentemente filosóficas pero en realidad profundamente científicas.

El universo se expande, y lo hace cada vez más deprisa

Para entenderlo bien, retrocedamos un poco. Desde el Big Bang, el espacio-tiempo se ha ido expandiendo. No es que las galaxias se desplacen como si estuvieran navegando por el espacio, sino que es el propio espacio el que se está estirando.

Durante mucho tiempo se pensó que esta expansión se frenaría por la gravedad. Pero en 1998, dos equipos de investigación midieron la luz de supernovas muy lejanas y descubrieron algo inesperado: esas explosiones estaban más lejos de lo que deberían estar. La única explicación coherente era que el universo estaba acelerando su expansión, como si alguna fuerza misteriosa estuviera empujando el espacio hacia afuera. A eso lo llamamos «energía oscura», aunque en realidad todavía no sepamos bien qué es.

Entonces… ¿el tiempo también se acelera?

Aquí entramos en terreno resbaladizo. Nuestra intuición humana nos dice que si todo va más deprisa, el tiempo también. Pero en física no funciona así.

Para la relatividad general de Einstein, el tiempo y el espacio forman un todo continuo: el espacio-tiempo. Y aunque el espacio se expanda, eso no significa que el tiempo se “acelere”. Nuestros relojes —sean de pulsera, atómicos o biológicos— siguen midiendo los segundos del mismo modo.

Entonces, ¿por qué la expansión no afecta directamente a nuestra experiencia del tiempo? Porque la expansión del universo actúa a escalas cósmicas, no locales. Es decir, no afecta a los relojes en la Tierra ni a las órbitas de los planetas, sino a la distancia entre cúmulos de galaxias separadas por miles de millones de años luz.

Lo que sí ocurre es que la evolución del universo cambia con el tiempo. Por ejemplo, cuando la expansión era más lenta, la formación de galaxias y estrellas era más activa. Ahora, en esta fase de expansión acelerada, el universo se va volviendo más frío, más tenue, más solitario.

Pero no, no podemos decir que el tiempo se acelera. El ritmo del tiempo es local y relativo, y está más ligado a la gravedad y la velocidad que a la expansión del espacio.

¿Y qué hay de la entropía?

Aquí sí que hay tela que cortar. La entropía es una medida del desorden, del número de posibles estados que puede tener un sistema. Y hay una ley fundamental de la física —la segunda ley de la termodinámica— que dice que la entropía del universo siempre aumenta.

Esto se ve claramente: una taza rota no se recompone sola, el calor fluye del café caliente al aire frío, no al revés, y el hielo se derrite, no se forma espontáneamente en una bebida caliente. Todo tiende al desorden, a la dispersión, a la igualdad térmica. Y el universo entero sigue esta regla.

Entonces, si el universo se expande más y más, ¿la entropía también crece más y más rápido? En parte sí. A medida que se forman agujeros negros, que son los objetos con la mayor entropía posible, el universo da saltos enormes en su grado de desorden. También las estrellas al morir, las galaxias al fusionarse, o incluso la radiación que se dispersa, contribuyen a ese incremento.

Eso sí, no está claro que la entropía crezca de forma acelerada como lo hace la expansión del espacio. No son conceptos idénticos, aunque estén relacionados. Es más, en un futuro muy lejano, cuando se apaguen todas las estrellas y los agujeros negros se evaporen, la entropía alcanzará un punto máximo. El universo quedará en lo que los físicos llaman la “muerte térmica”: una quietud fría, sin estructuras, sin contraste, sin procesos.

¿Y todo esto qué nos dice del tiempo?

Curiosamente, la entropía es lo que da sentido a la flecha del tiempo. ¿Por qué sentimos que el tiempo avanza y no retrocede? Porque la entropía siempre aumenta. Es la razón por la que recordamos el pasado pero no el futuro, o por la que un huevo roto no vuelve a su forma original.

En ese sentido, el aumento de entropía y la experiencia del tiempo están íntimamente unidos, aunque el espacio se expanda o no. La aceleración de la expansión puede tener implicaciones para la evolución futura del cosmos, pero no cambia la dirección del tiempo ni la manera en que lo sentimos.

¿Conclusión?

La expansión acelerada del universo es un hecho comprobado y fascinante. Pero eso no significa que el tiempo se acelere, al menos no como solemos imaginarlo. Nuestro tiempo, el que marca el reloj, sigue su curso normal, aunque lo haga en un cosmos cada vez más vasto y desolado.

Eso sí, la entropía —ese misterioso pulso del desorden— sigue creciendo, y con ella se marca la dirección de la historia cósmica. Y tal vez, en ese crec

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